lunes, febrero 14, 2011

Inocencia indomable

Se asomó a la calle. La brisa le susurró en el pecho que esa mañana de domingo sería fría y él se cerró aún más la bufanda. Las grises nubes le contaron que al sol no se le esperaba hoy por allí. Abrió la boca y exhaló ese vaho que tanto le encantaba ver difuminarse en el aire.
- ¡Mamá! ¡Me voy a jugar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario