lunes, enero 31, 2011

Alfileres

El más absoluto hedonismo rezuma en el ambiente entre todo el olor que desprenden esos cuerpos entrelazados y ligados por el deseo. Deseo que mana de la idea de posesión de aquello que en el fondo se quiere violentar. Fluyen esos pensamientos capaces de hinchar todas las venas, por las que corren, rápidos, los punzantes alfileres del amor.

lunes, enero 24, 2011

Un ojo cerrado

Con un ojo cerrado y otro abierto, tenso, inmóvil. Los brazos firmes, uno soportando el peso de su arma y otro acariciando el gatillo con su dedo. El cuerpo tendido en el suelo, boca abajo, a la expectativa. La mente trazando una línea en la hierba que no debía cruzar aquel hijo de puta. La sed de sangre asomando en su garganta. Súbitamente, ese sonido breve y grave de la cuerda de su ballesta, anunciando la muerte traicionera. Y, despacio, esa sonrisa que asoma sin rubor.

lunes, enero 17, 2011

Ella, Ellas

Manuel yacía junto a ella, sin tocarla, no se atrevía. Mientras la contemplaba pensaba en el momento en que se conocieron, en esa mirada dulce que le dirigió sin motivo alguno y que le cautivó para siempre, esa mirada que nunca dejó de asomar a pesar de todo. Recordaba sus labios besándole por primera vez y la respiración de su nariz, tan cerca... Cuando por fin hicieron el amor aquel verano se entregó a él ofreciéndole todo, su amistad, su confianza, su amor, su futuro, su vida. Todo el mundo le repetía lo hermosa que era, sobre todo al sol. A ella le encantaba mucho el sol de las mañanas de octubre, entonces resplandecía, y a Manuel siempre le parecía sacada de un cuento, ahí, sentada en el suelo con los ojos cerrados, al sol, mientras Jaime, su hijo, correteaba feliz alrededor de su madre. Se le vinieron a la mente aquellas eternas noches en las que ella acunaba a Jaime durante horas, admiraba esa paciencia, ese darlo todo por un ser querido.
“Me lo ha dado todo, la adoro”, pensaba Manuel, “es lo mejor que me pasó nunca...”, mientras esperaba que se moviera después de haberla pegado una paliza de muerte, “no volverá a pasar, es mía, no se puede ir...”

martes, enero 11, 2011

Día de sol

Pastora había salido a pasear. Le encantaba hacerlo desde aquel mismo instante en que su padre la susurró al oído que era el ser más lindo de la naturaleza al verla andando entre las flores. Habían transcurrido ya veinticinco años de aquello y se había marcado en su mente como lo más cerca que nunca estuvo de la felicidad.
- ¡Jodido viejo!. – exclamó con una sonrisa incontenible. - ¡Le quiero!
Sin dudarlo modificó su camino y puso rumbo a casa de su padre. Pensó en el beso que le daría al llegar.

lunes, enero 03, 2011

El autómata

Cada día iba a por el pan a la misma hora, a la misma tahona, por el mismo camino. Todos los días preparaba la comida, siempre bien. En el frigorífico no faltaba de nada. Controlaba al minuto la temperatura y la humedad de la casa, la mantenía perfecta para las personas que vivían allí. Y cada una de las noches se ponía a cargar su propia batería en el mismo lugar y en la misma posición.
Ya no recordaba cuándo esas dos palabras, angustia y llorar, empezaron a rondarle los circuitos, pero le parecía una eternidad, aunque hacía ya unos días que notaba su sistema extrañamente excitado y revuelto, justo desde que empezara a mascullar una nueva palabra, libertad.