Isaac Asimov empieza a contarme
maravillas sobre Tales de Mileto y al rato me hipnotiza con las leyes de la
robótica. “Empiezan a gustarme los robots”, me dice Lorca. “Y a mí la poesía”,
comenta Platón desde la caverna. “Duérmase usted”, me sugiere, con gran sentido
común, Sancho Panza.
Allí, en esos sueños, me esperas tú, como todas
las noches.
Trozos de colores y melodía. Pedazos de amargura y tristeza. Cachitos de terror y melancolía. Porciones de sabor y grandeza. Texturas de amor y alegría. Desechos de llanto y pereza. Necesidad de grito y sueños. Microrrelatos (o lo que sea).
lunes, febrero 27, 2012
Esos sueños
Once libros y una revista decoran
desordenadamente mi mesita de noche. Mi teléfono móvil se aparta exhausto pero
a regañadientes al final del día, dejándoles acaparar mi atención por unos
minutos.
lunes, febrero 20, 2012
El cabo suelto
El silencio inundaba la estancia.
-Veo junto a su reloj unos números grabados en su piel.
-Sí, tenues, pero es legible. ¿El asesino nos quiere decir algo?
- ¡No nos quiere decir nada! ¡No hay asesino! ¡Hay una mujer atormentada que no pudo más! ¿Me has entendido?
-Está bien. Reportaré el suicidio... ¿dónde?
-Ya veremos.
En una hora la casa del juez estaba impoluta, como antes de la bacanal.
Pero unos ojitos seguían pegados a la rendija de la puerta del armario.
Pero unos ojitos seguían pegados a la rendija de la puerta del armario.
lunes, febrero 13, 2012
Julio
Me despierto de la
pesadilla de julio en una mañana tórrida de agosto que comienza para mí con la
música de “La chica de ayer”, de Nacha Pop, en la emisora de radio que me
autocensuro. Quizá dejaste el dial ahí a propósito sabiendo que lo primero que
hago cuando abro el ojo es darle a ese botoncito gris perla que hoy me
traiciona. Un julio que transcurría generoso e irreal, con ese regusto amargo
de los momentos previos a la inevitable tragedia. Un julio que comenzó de la peor
manera posible, besándote.
lunes, febrero 06, 2012
Huevo y patata
-¿Cuándo llegarás cariño? –pregunta
María con un pequeño e incontenible tembleque en una de sus piernas.
-Sobre las nueve o así. Estoy
cansado. Tenme preparado el baño, ¿vale? Y haz esa tortilla tuya –dice
Jesús–, a ver si te sale hoy mejor que el otro día. Joder, casi vomito.
-Disculpa amor, hoy te vas a relamer –replica
María, con el teléfono entre su hombro y su mejilla mientras una cápsula blanca
y diminuta brinca con energía de mano a mano ansiosa de zambullirse ya en huevo
y patata.
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