lunes, diciembre 26, 2011

Cómete a tu princesita

Dormitaba sobre mi lado del tesoro. Un ruido me despertó. Miré hacia la boca de la cueva y vi asomar una pierna ensangrentada, con trozos de armadura colgando de la bota. El respeto ya había dejado de ser la ley que gobernaba nuestro hogar. Tras limpiarse cuidadosamente las escamas frente al sol de la tarde ella entró con energía y se puso a devorar al desgraciado muchacho sobre sus monedas favoritas, esas que sacó como botín cuando arrasó la catedral de Ur Salemh.
-Sabes que es la hora de mi siesta –protesté.
-Calla, cascarrabias –. Soltó una pequeña llamarada por su nariz.
Sabía que aquello me cabreaba.
- ¿Otro más? –le pregunté.
-Sí. Estos osados caballeros no saben lo letal que es el amor que recorre sus venas. Este juego me aburre ya. Cómete a tu princesita cuanto antes o lo haré yo.

lunes, diciembre 19, 2011

El cadáver perfecto

La calidez de su cuerpo delataba la inmediatez de su asesinato y la paz de su rostro señalaba la dulzura de su asesino. Yacía en una postura que el forense denominó como ejemplar, en absoluta armonía con los cientos de cartas de amor que lo rodeaban en forma de corazón. Un corazón quebrado, de manera delicada, por ese cadáver perfecto.

lunes, diciembre 12, 2011

Gafas de cartulina

David recortaba concentrado su cartulina naranja. Sus manitas acertaron a dar forma a unas gafas estrafalarias. Su papá le ayudó a terminar las lentes que, le dijo, le permitirían ver a través de las cosas, por muy opacas y gruesas que parecieran. Se las puso con ansia. Miró la tele y vio dentro a todos los personajes de sus dibujos animados favoritos preparándose para salir a escena, alborozados. Echó un vistazo a la puerta de su habitación y pudo ver sus muñecos jugando al parchís. Ganaba Conejito, su favorito. Allí estaba mamá recogiéndolos y ordenándolos sobre su cama. Era la primera vez que la veía después de tanto tiempo que partió al cielo. Miró a papá. Visión negra y enredada. Se asustó. Sabía cómo cambiar aquello. Le miró a los ojos y sonrió. Lo negro tornó arcoíris mágicamente.

lunes, diciembre 05, 2011

La pistola

Me olvido algo. Sí. A ver. Traje de astronauta para el paseo espacial, traje de astronauta para andar por la nave, traje de astronauta para salir arreglado pero informal, píldora con el calor de tu sexo, traje de astronauta con forro de felpa, que refresca por las noches. Pero me falta algo… ¡Bingo! ¡La pistola láser desintegradora de los recuerdos de tus reproches!