lunes, abril 25, 2011

Desencuentro

Vete de aquí Suso, vete. – dijo Alex fríamente. – Y no quiero que me llames más.
Cuando Suso estaba cerrando la puerta tras de sí, las lágrimas comenzaban a inundar el cauce de su río de incomprensión e impotencia. Fue Alex aquel niño que se acercó melancólicamente al oxidado tobogán donde Suso era Spiderman. Batman cobró vida ese día en la piel de Alex y ambos lucharon sin descanso contra el mal en interminables tardes de verano. Tenían ocho años. Desde entonces su amistad había sido pura. Cuántos años, cuántos juegos, cuántos amores, cuántos sueños compartidos...

lunes, abril 18, 2011

La de los tocados del ala

Esta donde nos encontramos es, dicen, la habitación de los tocados del ala. Apenas se comunica nadie con nosotros, sólo vemos una nerviosa mano que nos deja, bajo la fría puerta, una bandeja con la ración diaria de miradas perdidas, prisas por llegar a no se sabe donde y frases sin sentido. Al lado oímos gritos inconexos, debe ser una habitación para abogados de los pobres, pensamos. A veces nos sentimos tristes por ellos, nos parecemos. Al otro lado no se oye nada. Debe ser la habitación para la gente que está contenta con lo que tiene y, muy a menudo, aquí discutimos sobre si estará vacía o llena. Nunca hay consenso.

lunes, abril 11, 2011

Lámpara voladora

¡Joder! ¡Qué fea es la puta lámpara! No sé ni porqué ni cómo llegó ahí, lo que sí sé es cuándo y cómo va a salir por la ventana. Incluso puedo calcular con modesta precisión la velocidad con la que atravesará el espacio que separará mi mano y el jardín del vecino. Pues más o menos a toda hostia, o más. El hombre tiene ya una cafetera, que no iba mal pero con la que me abrasé un dedo un día aciago; un despertador, como no; un disco de Phil Collins, que no sé quién cojones me regaló, bueno sí; y un cuadro de Jesucristo de esos que se le abren y cierran los ojos según te mueves frente a él, que compré a propósito para ver si batía mi record de lanzamiento a mala hostia. Lo cierto es que me llevo bien con mi vecino, yo descargo mi carga de violencia e intolerancia y él sacia su síndrome de Diógenes con un siempre sincero, “¡¡Gracias, me viene de lujo!!”.

lunes, abril 04, 2011

Desprevenido

Fue extraño cruzarse esa mirada en aquel momento tan rutinario y tedioso. No correspondía ni a ese lugar y ni mucho menos con esa intensidad. El exhausto corazón había salido a coger el aire limpio que necesitaba para tomar resuello y esos ojos azabache lo asustaron en demasía, lo pillaron, sin duda, desprevenido, y para no desmallarse tuvo que agarrarse a un sauce llorón que hacía un minuto había brotado a su lado para acompañarlo. Del sauce colgaban pequeñas bolitas de papel en las que se podía leer “atrévete”. La mano que alargó algo temblorosa para no caer asió de manera firme una de esas bolitas y, como si de una descarga eléctrica se tratase, salió corriendo de vuelta a su lugar. Nada más situarse en ese pecho amplio de excitación pudo notar las descargas viniendo de arriba, directas del tacto de unos labios eléctricos. Emocionado se puso a bombear bilirrubina por doquier. Se sentía muy bien.