Trozos de colores y melodía. Pedazos de amargura y tristeza. Cachitos de terror y melancolía. Porciones de sabor y grandeza. Texturas de amor y alegría. Desechos de llanto y pereza. Necesidad de grito y sueños. Microrrelatos (o lo que sea).
lunes, abril 30, 2012
El armario
Por fin quietas, tus piernas,
que no dejaban de golpear el suelo repetidamente, a la misma velocidad a la que
querías que me callara y me largara de allí para siempre. Pero esta vez dobladas
y sin fuerzas, oyendo tus sollozos y súplicas, recogiendo tus lágrimas frente a
mi armario, ahora desconsoladamente vacío.
lunes, abril 23, 2012
Le encantaba esa palabra
Daniel bajó de su Honda. Miró bien donde pisaba, por si algún
cabrón hijo de puta habría dejado allí la mierda de su asqueroso perro. Avizoró
para ver el nombre de la calle y no pudo verlo con claridad e imaginó a los putos
inútiles del Ayuntamiento colocando la cerámica. En lugar de ayudar se dedicaban a joder y putear a
la gente trabajadora como él. No se encontraba bien. Recordó los taimados ojos
del médico que ayer le recomendó tomar una aspirina si le dolía algo y que no
le diera más importancia. Ese incompetente seguro que le jodió. Estaba
ensimismado en su enfermerita de pechos firmes que le esperaba para tomar un
café de mierda que, pensó, debía saber a puro orín de lagarto indonesio.
Y pensando en sus cosas llegó caminando a su destino,
fijó su mirada y leyó.
–“Dr. Manuel José Becerra Sabina. Psicoterapia”. Aquí es.
Por un segundo se quedó mirando la placa del doctor.
–Apostaría a que el mierda que puso esta placa tan torcida
estudió con el ojete. ¡Ojete! ¡Ojete!
Le encantaba la palabra ojete.
lunes, abril 16, 2012
El mendigo
Otro semáforo. Paro mi coche con suavidad.
No quiero que se despierte Manuel. Acaba de abandonar su cama con dulce pereza. Suelo contar los semáforos mentalmente. Esta mañana, cinco en indulgente verde, dos en amenazante naranja
parpadeante, y éste, el octavo, en rojo. Rojo de exuberante ejecutiva con altos
tacones, rojo de señora mayor con carrito de la compra, rojo de chavales con
mochilas envueltos en bufandas. Rojo de ese hombre bien vestido que toca la
ventanilla con un paquete de pañuelos de papel en la mano. Niego con la cabeza.
Se va al coche de al lado.
– ¿Es un mendigo? –. Manuel ha
despertado.
–No se Manuel. Está limpio y
afeitado, es raro–, suelto por la boca.
–Quizás sea su primer día, papá.
Verde. Cruel verde. Acelero. Manuel ya no se duerme.
lunes, abril 09, 2012
La profesora de lengua
Brillante como el nácar, tu pelo
negro me hipnotiza. Me saca de quicio como lo desaprovechas con ese rapado
ridículo que la tonta de Julia te sugiere, por no decir que te obliga a
hacerte en la peluquería del final de nuestra calle. La calle que nunca
quisiste recorrer conmigo de la mano al salir del colegio. Me amabas en secreto
y nunca supe entenderlo. Pero sigue sin importarme. Tú sólo ven a mi cama esta
noche, como cada ansiado martes. Pensar en tí, abrazada a mi gatito de trapo ya
treintañero, me regala imágenes de aquellas miradas furtivas en la puerta de esta
escuela. Esa en la que hoy traté de enseñar a tus hijos el significado de la palabra paradoja.
lunes, abril 02, 2012
Carmín amargo
Como huellas de pájaro en la
nieve quedaron sus caricias en mi piel más sensible. Cada vez que mi vello se
eriza se marcan con una claridad espantosa. Me pican cuando releo sus cartas.
Me arden cuando recuerdo su lengua bajando por mi torso. Me duelen cuando
revivo mis escaladas por su cuerpo, repleto de deliciosas montañas de caramelo
y ríos de miel. Camino desnudo sin abrigo por la calle para evitar mi deshielo.
Incluso he comprado un arcón congelador para pasar mis noches solitarias. Ha
quedado precioso en el salón, al lado del sofá del que se encaprichó y que
manchó de carmín justo antes de escupir el último trozo de mi pecho y largarse.
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