lunes, enero 30, 2012

Arrodillado

Arrastrándose, con su dignidad metida en un bote y su orgullo triturado en el estómago, llegó a casa de ella, ese amor que tanto había denostado y ahora tan anhelado. Llamó a la puerta ya arrodillado y entre risas de delirio. Unas palabras rompieron su vacía carcajada.
-Me excita verte sufrir -. Una jadeante voz salía de dentro.
La puerta estaba abierta ahora. Pasó ansioso. En el mismo pasillo se encontraron y, como envenenados, se enredaron sin delicadeza, dando rienda suelta a sus más oscuros deseos. Aquellas paredes, de ahora en adelante empapeladas de sensualidad, guardarían para siempre la pasión salvaje del odio al amado. 

lunes, enero 23, 2012

Almendra caramelizada

Contemplaba tenso a Irene desde la lejanía que me permitían los cuatro metros de largo de nuestra cocina. Ella le daba vueltas al pastel, lo analizaba minuciosamente, como a cada alimento que pasa por sus manos de adolescente. Sus ojos veían el mundo desde una perspectiva que nunca me imaginé, y más lento, como si cada segundo nuestro ella pudiera aprovecharlo durante un minuto completo. Se llevó un trozo a la boca y lo saboreó tranquila pero intensamente. El blanco de sus ojos cobró un brillo especial. Ya estaba. Se me aceleró el pulso.
-Quiero ponerle pedazos de almendra caramelizada bajo el chocolate, y éste será caliente -dijo excitada–. Encontraremos la manera de hacerlo papá, ven aquí.
-Vamos allá Irene -. Le limpié un poco de harina que le adornaba la mejilla y me remangué decidido.

lunes, enero 16, 2012

Deja de cacarear

-Al diablo.
-Quique, no seas tozudo. Solo tienes que ser lógico y coherente en tus respuestas. Sabemos que estás bien ya. Deberías querer escapar de aquí, de este confinamiento, de este sin dios. Aquí no podrás tener una vida como la de ahí fuera, normal y corriente, como todo el mundo. Vamos, deja de cacarear y responde de nuevo. ¿A quién te gustaría abrazar al salir?

lunes, enero 09, 2012

Lobos todos

Nunca me pude deshacer de su aroma. Me llegó a taladrar el cerebro aquel día revuelto de primavera en que hacíamos el amor entre margaritas y amapolas, al cobijo del aire puro, del tiempo lento, de sus piernas abiertas. Rezumaba ese intenso olor a café, emanando de su piel tostada. Pensé que habría lobos oliéndolo a kilómetros que acudirían raudos a saborearlo. Imaginé que les rogaría que no nos hicieran daño, que les dejaría olerla un rato. Su sinceridad les hipnotizaría, como lo hizo conmigo y con tantos otros, lobos todos.

lunes, enero 02, 2012

¡Siete botes!

Paseaba cerca de la orilla del lago, algo deprisa y mirando al suelo. Una pequeña vibración me hizo parar. Metí la mano en el bolsillo y saqué el teléfono. Observé el correo electrónico en la pantalla. Tomé aire. Girándome hacia el lago adopté la posición adecuada y lo lancé cual salvaje energúmeno. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… y ¡siete! ¡Siete botes! ¡Toma ya! Tan pronto como las ondas se fueron disipando en el agua yo retomé mi camino, esta vez en dirección contraria, con la cabeza alta y con paso lento, pero firme.