lunes, enero 24, 2011

Un ojo cerrado

Con un ojo cerrado y otro abierto, tenso, inmóvil. Los brazos firmes, uno soportando el peso de su arma y otro acariciando el gatillo con su dedo. El cuerpo tendido en el suelo, boca abajo, a la expectativa. La mente trazando una línea en la hierba que no debía cruzar aquel hijo de puta. La sed de sangre asomando en su garganta. Súbitamente, ese sonido breve y grave de la cuerda de su ballesta, anunciando la muerte traicionera. Y, despacio, esa sonrisa que asoma sin rubor.

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