Conducía rápido. Un perro cruzó la calle parsimonioso. Lo rozó. Le hubiera gustado atropellar a ese chucho. Miró por el retrovisor y vio cómo el animal estaba parado en la acera. Contemplaba el coche alejarse, con la lengua fuera. Olía a alquitrán y las ruedas parecían hundirse en el asfalto exhausto. El marcador de la gasolina hacía tiempo que se había instalado en el rojo. “Solo he podido hacer ochenta kilómetros”, pensó.
- ¡Mira que eres tacaño, pijo de mierda! – gritó girando su rapada cabeza al asiento trasero donde un tipo aterrado, con polo Ralph Lauren, luchaba por respirar amordazado.
En la planta 14; del pozo minero
ResponderEliminarEn la planta amarilla, 6 hombres no volvieron...
Hay mujeres, lamentos, acompasados "ayes" en la boca del pozo...
facerenonlocui.soy.es, compañero, esa vena literaria va ensanchándose... Me gusta.
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