lunes, mayo 14, 2012

Esclavo

Al acercarme a ella noté como preparaba sus labios para el contacto, como sus músculos se tensaban levemente, como su respiración se congelaba con mi olor inundando sus anchos pulmones. Una vez más aquella fuerza cruel e inhumana, de la que soy esclavo, me obligó a besarla tibiamente en la mejilla. Su piel erizada me rasgó como lija y puso de nuevo en marcha los engranajes de mi ya rutinario pero insoportable sufrimiento.

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