lunes, diciembre 20, 2010

Frío

Había estado en el salón y en la cocina todo el día, nervioso, sin poder pensar en otra cosa. Me atreví a ir un par de veces al baño, muy rápido y sin dejar de mirar hacia atrás. Tenía las manos heladas, me temblaban. Seguía pensando y diciéndome lo mismo una y otra vez.
– No puede ser, no. Llevo solo en casa tres días. No le abrí la puerta a nadie, ni siquiera nadie me llamó…-.
No se porqué me armé de valor y me decidí a entrar en mi habitación y ver si seguía allí, así que me acerqué, despacio, mientras mi sien izquierda era partida en dos por una afilada gota de sudor frío. Abrí la puerta e inmediatamente un escalofrío gélido me recorrió la espalda, allí seguía, en el espejo, esa huella, una mano pequeña, de un niño. Quise gritar y no pude.

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