lunes, abril 23, 2012

Le encantaba esa palabra

Daniel bajó de su Honda. Miró bien donde pisaba, por si algún cabrón hijo de puta habría dejado allí la mierda de su asqueroso perro. Avizoró para ver el nombre de la calle y no pudo verlo con claridad e imaginó a los putos inútiles del Ayuntamiento colocando la cerámica. En lugar de ayudar se dedicaban a joder y putear a la gente trabajadora como él. No se encontraba bien. Recordó los taimados ojos del médico que ayer le recomendó tomar una aspirina si le dolía algo y que no le diera más importancia. Ese incompetente seguro que le jodió. Estaba ensimismado en su enfermerita de pechos firmes que le esperaba para tomar un café de mierda que, pensó, debía saber a puro orín de lagarto indonesio.
Y pensando en sus cosas llegó caminando a su destino, fijó su mirada y leyó.
–“Dr. Manuel José Becerra Sabina. Psicoterapia”. Aquí es.
Por un segundo se quedó mirando la placa del doctor.
–Apostaría a que el mierda que puso esta placa tan torcida estudió con el ojete. ¡Ojete! ¡Ojete!
Le encantaba la palabra ojete.

2 comentarios:

  1. diagnóstico?
    Manucha

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  2. ¿Para Daniel? ¿Para el Dr. Manuel? ¿Para los del Ayuntamiento? Para el del perro? ¿Para el médico? ¿Para la enfermera? ¿Para el de la placa? ¿O para quién?

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