lunes, agosto 13, 2012

El biombo

Se asoma por encima del biombo. El olor a tequila le llega como un puñetazo. La abofetearía de forma salvaje, la gritaría hasta desgañitarse, la dejaría allí a su suerte y correría sin parar en dirección contraria durante días. Ella se gira y deja caer su mano muerta, colgando del catre. Jorge ahoga un grito. Ella reacciona abriendo los ojos por un instante. Su mirada pide perdón. Jorge baja aprisa de la banqueta. Entrelaza sus dedos con los de ella. Y ahí quedan, marcadas para siempre, las huellas dactilares del asesino de su infancia.

4 comentarios:

  1. muy buen retrato de la más cruda realidad. enhorabuena abel. Manucha

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  2. Visceral! Enhorabuena por el blog Abel. Sergio compañero del metal.

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