lunes, marzo 26, 2012

Naranja vivo

Gotas de temor y expectación rezumaban de sus poros. El grosor de las venas de su frente delataba su tensión. El fallo no era una opción para él. Por un momento pensó que la perdía. Cruel espejismo. La recuperó. “Te tengo preciosa mía”, pensó.
La sacó de la sartén, y tras dos suaves y prolongados soplidos, se la llevó a la boca. Cerró los ojos. La saboreó lentamente. El pecho se le encogió. Pudo volver a ver cómo, con diez años, le llevó a su padre aquel ejemplar pisoteado de esa seta naranja que tanto buscaba cada fin de semana, y cómo al verla, solo pudo quedarse quieto, sin palabras, con los ojos brillantes.
Una lágrima se dejó llevar por la gravedad, caótica en su camino.
-Por ti papá-, dijo mirando hacia arriba.

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