lunes, enero 09, 2012

Lobos todos

Nunca me pude deshacer de su aroma. Me llegó a taladrar el cerebro aquel día revuelto de primavera en que hacíamos el amor entre margaritas y amapolas, al cobijo del aire puro, del tiempo lento, de sus piernas abiertas. Rezumaba ese intenso olor a café, emanando de su piel tostada. Pensé que habría lobos oliéndolo a kilómetros que acudirían raudos a saborearlo. Imaginé que les rogaría que no nos hicieran daño, que les dejaría olerla un rato. Su sinceridad les hipnotizaría, como lo hizo conmigo y con tantos otros, lobos todos.

6 comentarios: