Paseaba cerca de la orilla del
lago, algo deprisa y mirando al suelo. Una pequeña vibración me hizo parar.
Metí la mano en el bolsillo y saqué el teléfono. Observé el correo electrónico
en la pantalla. Tomé aire. Girándome hacia el lago adopté la posición adecuada
y lo lancé cual salvaje energúmeno. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… y
¡siete! ¡Siete botes! ¡Toma ya! Tan pronto como las ondas se fueron disipando
en el agua yo retomé mi camino, esta vez en dirección contraria, con la cabeza
alta y con paso lento, pero firme.
De que sirve caminar si la dirección no es la correcta? Manucha
ResponderEliminarDe poco. Aunque al menos siempre será mejor que estar parado. Como dijo Steve Jobs, los puntos no se unen en el futuro... Pero hay que caminar hacia él, y creer en algo, en lo que sea, que hará que los puntos se conecten cuando mires hacia atrás.
ResponderEliminarQue paradoja que cites a jobs cuando el relato expresa la dependencia de la tecnología como telón de fondo. Manucha
ResponderEliminarSeguro que el protagonista del relato no hubiera actuado de esa manera si su teléfono hubiera sido un iPhone. ;-)
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