Cada día iba a por el pan a la misma hora, a la misma tahona, por el mismo camino. Todos los días preparaba la comida, siempre bien. En el frigorífico no faltaba de nada. Controlaba al minuto la temperatura y la humedad de la casa, la mantenía perfecta para las personas que vivían allí. Y cada una de las noches se ponía a cargar su propia batería en el mismo lugar y en la misma posición.
Ya no recordaba cuándo esas dos palabras, angustia y llorar, empezaron a rondarle los circuitos, pero le parecía una eternidad, aunque hacía ya unos días que notaba su sistema extrañamente excitado y revuelto, justo desde que empezara a mascullar una nueva palabra, libertad.
Libertad... de pensar, de actuar, de tomar decisiones, a veces de forma automática, casí inconsciente.
ResponderEliminarLibertad que han robado a Alex, mi amiga que maltrataron durante 5 horas en la capital parisina, mientras robaban su casa y destrozaban todo lo que no podían llevarse, y mientras quemaban su coche. Libertad suplentada por el miedo, la impotencia, la invalidez de tener todas las costillas rotas y la cara destrozada.
La Libertad es sentirse libre de vivir la vida sin que las secuelas mentales y físicas sean irremediables.
me hace meterme en el papel.. muy bueno..
ResponderEliminarGracias Armandozzz. Se libre.
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